Angel can't stop smiling. We have crossed the border into Spain. 'Look how clear it is here', he says, pointing at the road signs. Freeway signs are blue while the main road signs are white. The number pertaining to the freeways and highways are clearly marked. 'Now THIS is civilisation'. He talks to as many people as possible whenever we stop. Because he can. I also bask in the ability to communicate with the locals.
The excitement does not wear off as we hit the Pyrenees in earnest. Angel is at home with the sights, the sounds, the smells. It is new for me though. Beautiful and as exotic as Italy or France. As usual, it is hard in the mountains. We are psyched to get to Zaragoza and push the kilometres, so it is a strenuous six days. We spend four of those days in Catalonia before passing over into Aragon. One of the most wonderful aspects of Spain is its diversity. All of the signs were in Catalan - an apparent mix of Spanish and French. Considering the history of the region as located on the Spanish-French border, the language does not really come as a surprise. When we do cross into Aragon, it is clear that Catalonia is the richer - and more political - province. The sign for Aragon was humble and graffiti-ed by Catalan 'independentistas´. On the other side of the road, the sign for Catalonia was new, pristine, and decorated with the flag of the region.
In Aragon the landscape remains exotic for me, but Angel gets more and more excited. The Pyrenees drop behind us, and soon we enter the Monegros - a semi-arid landscape with wide open spaces which at times remind me of northern Iran and eastern Turkey. The Monegros outside Zaragoza are particularly known as a battleground in the Spanish civil war (1936-1939). The nationalists (Franco´s team) and republicans (communists, socialists, anarchists, etc) fought it out in the Monegros for over three years, the Republicans trying unsuccessfully to wrest Zaragoza from nationalist clutches. The trenches are still evident but the war was also fought neighbour against neighbour in the nearby villages - if partisans fled, their families were often killed instead. For a more complete story, read Aitor's very interesting comment in the Italian section of this blog...if you can read Spanish! The most famous Republican in the English-speaking world is George Orwell. His book 'Homage to Catalonia' is all about fighting in the trenches near Zaragoza.
About 40kms away from Zaragoza a car comes towards us honking madly. It is Angel's mother, sister, grandma and Chamán the dog. Excited, the adrenalin pumping, we cycle the short distance to the village of Leciñena, meet the family in a restaurant, and have the Spanish standard (and nearly always delicious) three course meal before completing our journey into Zaragoza.
We ride into the centre of town - the Basilica of Pilar dominates a gigantic plaza - crossing the river Ebro. On the bridge we are greeted by Salva and Alba, two of Angel's friends. Others are waiting on the far side, family and friends. We take photos of the Arrival and then go for a beer.
I am so tired that I can't keep my eyes open, and have to blink constantly. We are both incredibly happy. It hasn't really hit me yet that I have ridden over 8000kms between Kathmandu and Zaragoza (Angel's grand total, all the way from Indonesia, stands at 14 562kms!). I wonder if the distance will ever feel real. So many memories, so many places, they don't all fit in the head at once. An amazing experience. I remember feeling on the point of giving up all the way back in India, but in the end, I found a rhythm, and our nomadic lifestyle became normal. Having said that, I will be happy to live a sedentary lifestyle for a while. Clean clothes, showers, beds, just being inside...life can be just so wonderfully comfortable!
But who knows how long it will be before we once again yearn for the open road, the freedom of travelling by bicycle. For anyone who is considering a bike trip of epic proportions, do it!! Although it can test your endurance on many an occasion, the rewards are truly enormous.
El paisaje ha cambiado drásticamente. El verdor brillante de las praderas pirinaicas salpicadas por el ocre de las hayas otoñales ha desaparecido. Su lugar lo ocupa el pardusco campo monegrino salpicado por sabinas verde mate. En los Pirineos tuve el primer sentimiento de estar ya en casa. Las formas y colores de las montañas me eran familiares, y las hayas, los avellanos, los robles y los pinos rojos impregnaban el aire con esa mezcla de aromas tan característica de ese lugar tan querido. Ahora, aquí en medio de los Monegros, el sentimiento de estar en casa es absoluto. Los campos de trigo segados, las sabinas torcidas, y allá, al fondo del escenario, impasibles al tiempo, las Tres Sorores. Todo parece estar en su sitio, no hay sorpresas no hay dudas, me conozco el camino a casa.
A mitad de mañana el Sol empieza a calentar con cierta intensidad y dejamos caer algunas de nuestras capas. Pierdo la vista en el horizonte del seco desierto y mi mente se desconecta. Un grito de "Hallo Mister" lanzado por un indonesio desde un ribazo me devuelve a la realidad. Unos metros mas adelante un conductor tailandés nos cede el paso con una amplia sonrisa. Justo después un chino en bicicleta nos mira con curiosidad al cruzarse con nosotros. De repente parece como si la soledad del desierto estuviese cobrando vida por todas partes. Un grupo de turistas indios nos echan el alto, nos hacen el interrogatorio de rigor y nos someten a una sesión fotográfica. Nos conseguimos librar de ellos, pero poco después nos encontramos con un iraní, me da la mano y después se toca el corazón, segundos después tengo la alforja llena de manzanas. Se va acercando la hora del té así que cedemos a las insistentes invitaciones del gasolinero turco. Acabado el té proseguimos el camino. No es exactamente como yo lo recordaba y empiezo a sospechar que todo es fruto de mi imaginación cuando lo veo. Algunas dirán que estoy loco, que no es posible, pero yo lo vi y era real. Allí adelante en la carretera, a un escaso centenar de metros, había dos bicis con alforjas inconfundibles. Eran Diego y Rose pedaleando como siempre uno al lado del otro, jugando al juego de chocar alforjas y mirar pajaritos, dándose la mano por unos segundos. Si, eran ellos, no hay duda. Y todavía unos metros mas allá pude ver a William vestido de naranja que se escapaba hacia el infinito. Fueron tan solo unos segundos. Luego todos desaparecieron tras un badén.
Tras la comida en Leciñena todo pasó muy rápido. Nada tuvieron que ver las emociones en la aceleración de mi pulso cardiaco, fue la mezcla de vino y café. Perdiguera llego sin darnos cuenta, luego molinos y mas molinos, después Villamayor y yo que me meo otra vez y con esta van tres en menos de una hora. Cartel de Zaragoza, Santa Isabel, puente sobre el Gállego y al fondo de la avenida Cataluña ¡las torres del Pilar! Entramos en
¿Por qué vienen tan contentos los labradores?
que cuando vienen del campo vienen cantando
Ya vienen del ver el fruto de sus sudores
porque las espigas de oro ya van granando
Las piernas pedalean por si solas, la boca se seca, el estomago en modo centrifugado, algo se mete en el ojo ¡y ahí están los grandes y verdes leones vigilando el Puente de Piedra! Entramos sin bacilar, un león nos guiña el ojo y una vez arriba tomamos el puente. Es nuestro, aunque sea solo por unos segundos, que pite el autobusero si quiere porque sí ¡HEMOS LLEGADO!
Abajo las tranquilas aguas del Ebro reflejan los últimos rayos del Sol que se esconde tras el Pilar. De repente aparece algo totalmente inesperado: ¡Salva y Alba! Han recibido un chivatazo y se unen a la toma del puente. Bajamos el puente y nos encontramos con Diego, Ainoa, la tía Lola, la sobrina y la madre que la parió. Sesión de fotos y ronda de cañas de rigor y a casa a descasar.
Mientras subimos cansados y satisfechos hacia