Conforme pasan los dias y la carretera nos lleva rumbo fijo hacia el oeste, hacia la India, el paisaje se va llenando de mas y mas encanto, las ciudades se hacen mas raras, los pueblos menos frecuentes y el bosque mas omnipresente. Pequeñas grupos de casas hechas de adobe y paja, ejemplo de adaptacion al clima, son la unica nota de civilizacion.
Cae la tarde y el bosque animado nos hechiza con sus encantos, nos promete refugio para la noche y nos atrapa en sus profundidas. El comite de bienvenida lo forman unos habitantes alados de todas formas y colores que entonan entusiasmados canticos de alegria. Los mas impresiantes uno no muy grande que debajo de sus alas doradas esconde un plumaje de un azul tan intenso que hipnotiza, y otro pequeñajo y blanco, escurridizo y fantastico que aparece y desaparece ante tus ojos y que con su larga cola de renacuajo, diez veces mas larga que su cuerpo, pinta el aire con suaves pinceladas de fantasia.
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