La noche nos regalo palmo y medio de nieve virgen. La cabaña en donde dormimos y hasta la que llegamos pedaleando se encontraba ahora atrapada en medio de una tormenta de nieve. El temporal chino parecía no haber dicho todavía su ultima palabra. Llenos de iluso optimismo bajamos las burras hasta esa zona blanca y plana donde intuíamos se encontraba la carretera, saltamos sobre ellas y las arreamos durante 50 metros de cabriolas y zigzags de muro de nieve a muro a nieve. El esfuerzo no compensaba el avance así que desmontamos y empezamos a empujar. Después de 3 horas habíamos recorrido tan solo 8 km y nos quedaban mas de 60 para llegar al siguiente pueblo. Nuestras reservas de comida se reducían a medio paquete de galletas, una bolsa de semillas de sésamo y dos naranjas, así que hacer autostop ante alguno de los pocos coches y camionetas que se aventuraban a cruzar el puerto de 4000m nos parecía lo mas lógico.
Por alguna extraña razón todos iban en dirección contraria a la nuestra. Finalmente viene una camioneta en nuestra dirección, la paramos, va llena, viene otra, lo mismo. Dos todo terrenos se acercan lanzados, hacemos señas, pitan y o nos echamos a un lado o nos pasan por encima. Las huellas de los coches comprimen la nieve y hacen que progreso sea mas llevadero, pero el efecto dura tan solo los diez minutos que la nieve virgen tarda en cubrir las huellas de nuevo. Vienen dos busetas, las paramos, dicen que van llenas, insistimos desesperados, dialogan los conductores y un de ellos, con un dedo lleno de avaricia, dibuja un 1300Y (130 euros) sobre la blanca y pura nieve. Muchas gracias señor chino y siga jugando, que la tormenta y los dos palmos de nieve por lo menos nos sale gratis.
Horas después el objetivo es salir de allí de cualquier modo y empezamos a hacer dedo en ambas direcciones. Acabamos dando la vuelta, empujar hacia abajo resulta mas fácil y el poco progreso realizado en todo el día pronto lo desandaremos. Pasa un coche de la policía pero no para ni a dar las buenas tardes. Cuando ya nos veíamos cenando galletas con sésamo a la naranja una buseta vacía para y pronto esta llena con todos nuestros cacharros. Dentro de la cápsula que pone limites a la tormenta y nos calienta lentamente nuestro conductor chino particular demuestra grandes dotes para la conducción. Nos deslizamos cuesta arriba dando coletazos de un lado a otro de la carretera, o mejor dicho de la pista de nieve, o mejor aun del fuera de pista. Y así, unas veces encarando el vació y sintiendo ese cosquilleo en el estomago que te producen los cacharros de las ferias cuando te levantan bruscamente y tus pies pendulan en el vació, y otras encarando a tan solo medio metro un gran muro de nieve llegamos a la pequeña ciudad de Dequin colgada en una vertical pared del valle y saltada por bravos barranquetes. Nuestro admirado conductor pidió tan solo 20Y (2 euros) por los dos.
Debido al temporal chino han sido cerradas cientos de carreteras abarcando miles de kilómetros, cuales son los requisitos para cerrar una carretera china?
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